sábado, 7 de noviembre de 2009

The jungle


Algunos creen que no, otros nunca lograron percibirlo… Pero en la jungla, también existe el cielo.
Entre el vidrio y las rejas, en la altura del sexto se ve allá a lo lejos el rayito de sol penetrando en los balcones ajenos, ajenos y lejano. Acá todo es ajeno y lejano, todos somos desconocidos, y compinches, todos nos sonreímos mientras nos estamos faltando el respeto. Sabemos hacer a la misma vez, y no sólo lo “hacemos”, sino que lo hacemos bien.
Acá los ruidos sobran, rebalsan los empujones, las corridas, los apuros, las puteadas, los piropos y otra vez, la falta de respeto.
La bueno música siempre te acompaña, a todos lados y en todos los momentos. Si no hay sonidos armoniosos, hay letras atrapantes… No importa mucho cómo, pero siempre estás entretenido. La gente misma te entretiene, hay tanto para ver y para nunca dejar de asombrarte. Esto es vivir en una novela misma, en un sueño inalcanzable, en el país en donde todo lo sorprendente e impensado, sucede. Welcome to the jungle!
Acá nos falta el tiempo, nos sobran los deberes, las tareas, las agendas llenas, las citas, nos sobran las ganas de quejarnos. Poco tiempo para disfrutar, para relajar, para descansar.
Las alturas son lo mejor, los paisajes cementados hacia arriba, los parques con perros, los papeles desparramados sin orden ni educación por las calles, la vereda descansando bajo la gente…

Las sirenas, las noticias, las carteras arrancadas, las vidas robadas… La sociedad en sí.
La maldita costumbre de ser tan argentinos. La mala costumbre de llamar tanto la atención. La risita, las figuras llamativas, con caderas que marean cuando pisan cada raya blanca de la senda peatonal, los perfumes, las corbatas tan bien puestas, los modales, los piropos y las frases tan bien hechas y adecuadamente usadas. (Porque hay que aclarar que no es fácil colocar una palabra en el lugar y momento justo, y mucho menos hacerlo con la persona adecuada). Tan dulces y detestables como nosotros mismos, enredados entre un nudo de malos olores y buena presentación.
Pero a las seis de la tarde, cuando el colectivo practica su elongación al incorporar tanta cantidad de cuerpos humanos en su interior, nadie recuerda nada. El cansancio y las ganas de llegar nos adormecen a todos.
Pero en la jungla también hay estrellas; sólo basta apartar los edificios de las pupilas, limpiarse la cara, dejarnos invadir por la prisa del balcón, abrir la puerta y mirar, mirar hacia arriba porque allí están ellas esperándonos. También hay besos con nubes, y hambre con estafas, mentiras con lunfardos y amores baratos. Hay más falsedades que real interés. Hay dinero que no se ve y enfermedades con biombos bonitos de caña de bambú, hay criaturas sin calzado y trajes de marcas, hay universidades impagables y no hay educación, hay inconsciencia, soberbia, hay “
“Bananismo”, de eso nosotras sabemos mucho, lo hay. Hay una cantidad incontable de “        que me importa”, de egocentrismo condimentado con mucho egoísmo. Hay amigos, y en eso, nosotros (todos) nos entendemos; hay bombillas, porongo, yerba, una pava y agua “a punto” siempre. Eso nunca falta.
Y así pasan las horas, los días, los ruidos, las incoherencias, las barbaridades de todos los canales, los rumores... Así se nos pasa la vida sin ser útiles ni siquiera para nosotros mismos…   Y así se nos pasan.

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