miércoles, 2 de junio de 2010

"Un recuerdo mojado..."


“Recordando tu expresión, vuelvo a desear..” Esas noches de invierno, llenas de pasión.
Porque si bien fueron desilusiones las que me alejaron de tu nombre (mucho más que dolor),  he de admitir a día de hoy, sentada, enfriándome la cola y bañada en rayos de sol que al parecer me alumbran para hacer de esta confesión un acto más asombroso y transparente, que has logrado pintar mis mayores sonrisas del 2009. Porque sólo con tus apariciones conseguiste que vibrase mi celular y mi cuerpo al unísono. Hiciste que en su momento valgan la pena tantos viajes y locuras; tantos remolinos y laberintos; escondites secretos de viernes, sábado, domingo por la noche.  
Porque si bien detesto la mentira, he de admitir.. Aun empalagándome de ellas, me hiciste sentir feliz. Se iluminaron mis días de falsa luz, y se decantó la claridad cuando empezaste a volverte polvo. Fui única, y me consta. También vos estás guardado en mi cajita de madera tallada. También fuiste la máxima expresión de mi locura. Mi “hastadondesoycapazdellegar?”.
“Fuimos mucho más que nada, fuimos la mentira, fuimos lo peor. Fuimos los soldados a la madrugada…” Y así está perfecto. Y hoy seguís ahí, y yo acá. Sabiéndonos presente, sin buscarnos.
“Ya no estoy para los versos de Neruda” Pero me quedan un par de mensajes que quise guardar.
Porque si bien volvió a ser idealismo, con cucharadas de admiración y adoración, espolvoreado con la ternura que nos caracteriza, la calentura  y nuestro rojo pasión, también tengo que admitir que conocí el otro lado de la luna. Y si bien éstas palabras son más a tú estilo que al mío; más endulzadas, que frías y verídicas, también he de decir:   “Si alguien llega a quererme, juro ser siempre una romántica..Ayyy amor”. No puedo dejar de sorprender a mis oídos, haciendo la paradójica confesión de que “me enseñaste muchas cosas de la cama, que es mejor cuando se ama y que es también para dormir”.
Y si he de confesarme culpable, confesaré en silencio y despacito que fui yo quien acaricié la suavidad de tu espalda, yo quien rompió las ganas de no querer hacer salir al sol, fui yo quien deshizo tu cama, y arrastró el colchón hasta el piso, para seguir revolcándonos sin barreras ni abismos, fui yo quien abracé tus locuras, tus secretos, tus mentiras, tus miradas cómplices de placer. Fui yo quien calló más de una vez. Quien mintió a la par. Quien saboreo el dulzor de la fuga, el escondite y las noches de música y alboroto. Fui yo la que hoy en día, no se arrepiente de haber formado parte del pecado.

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