jueves, 22 de abril de 2010

My whole body.


Todo él, marcas internas, tanto como externas. Todo él está marcado, a fuego.
Mis marcas, las de siempre, las que se incorporan, y las que vendrán..
Todas ellas  son tan mías como mis propios ojos.
Todas mis marcas, son tan mías…
Todas las huellas gravadas desde siempre, desde ayer, desde hoy y para siempre dentro y fuera de mí. Cada una de ella es una batalla jugada. Ganada o perdida.
Constituido todo mi cuerpo de ellas. Es así como soy. En realidad, soy, gracias a todas esas marcas.
Porque no siempre jugar significa ganar. Y no siempre perder equivale a salir vacío. Con cada perdida de batalla, hay una victoria invisible. Con cada día que pasa, hay una marca anterior menos visible, y hay una nueva mancha impregnándose en mí.
Hoy agradezco haber jugado, haber caído y haberme lastimado. ¿Quién no tuvo cascaritas en las rodillas? Porque hay veces que es necesario correr riesgos. Arriesgarte entero para obtener eso que deseas. ¿Cómo aprender a andar en bicicleta, si no corremos con el miedo (y lo enfrentamos) de caer? Cada etapa requiere de fortaleza. Requiere de valía y obviamente, reporta una marca. Imborrable. ¿Quién sería yo, sin mis cicatrices? Adoro mis sonrisas, pero también se apreciar mis manchas; tenerlas, significa que también las sufrimos, y las pasamos. Tenerlas requiere de fortaleza. No cualquier ojo acepta el reflejo del espejo. Hay ojos con arte, y con apreciación… esos son los menos, pero los hay. Y entre las curvas, y los colores, también hay canciones en cada rincón y la melodía que inspira el placer de reflejarse tan así, tan una misma. Entre crema hidratante y curvas, desvié la mirada más allá de mi nombre. Encontré un par de ejemplos que me llevaron a mi país… el de las maravillas. Hoy quizás, no esté tan cerca, pero sé que no será el camino, sino mis pies los que me lleven hasta allí. También sé, con certeza, que pronto [más de los que yo imagino] voy a estar ahí. Sonriéndome en silencio, y acariciando cada milímetro de piel… Enredándome entre perfumes y tatuajes. Entre palabras olvidadas, y susurros que pensé haberlos olvidado, [pensé que no volvería jamás a repetirlos. Mi lengua, de todas maneras, supo mantenerlos a salvo, y aun cree recordar como pronunciarlos]. Y es que mi instinto no sabe de pupilas, ni de letras gravadas.. Los átomos se juntan, y la química parece matemáticas, así de exacta. Mi piel no sabe de razones, de marcas, de cicatrices, de tonadas, de acentos, de dialectos… No sabe de tiempos. No corre conmigo. Me atraviesa a contracorriente. Y así me deja cada noche, devastada en esa cama, transpirando y huyendo al más allá, donde no pueda encontrarme yo misma… para no querer auto-destruir mis fantasías. Mis marcas, juegan a las escondidas conmigo. Y a pesar de ellas, todo se sigue sucediendo, y cada vez más las necesito para sentir mi nombre. Más las necesito…

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