lunes, 15 de febrero de 2010

No te extraño.


Extraño la persona que creí que eras. La misma que inventé durante un tiempo, pensando que la fantasía también era transportable al mundo real. Amoldar cuerpos humanos a tu mano, no era así de fácil..
Extraño el momento en el cual me sentía feliz, plena y acompañada. Sobre todo, acompañada.
No te extraño. Extraño la sensación de perfección en un mundo imperfecto. Las sonrisas que coleccionaba diariamente en un sobrecito color rojo pasión. Las novelas en carne propia que escribían mis ojos en cada momento. Y los segundos pasados de besos empalagándome el alma. Cada caricia. El cuerpo. Los cuerpos. Nuestros cuerpos. Los abrazos. Las miradas. Sentir que te salvan los minutos de desolación y penuria. Que con su acuarela, reviven los colores de tu ambiente, de tu mundo.
No te extraño. Ni a vos, ni a tu mundo. Sino al mundo que creé yo misma estando a tu lado, al cual perteneció mi felicidad más certera que recuerdo haber vivido en estos pocos años de existencia. Esas sonrisas que a tu lado dibujaba, creaba, guardaba y disfrutada. Todas ellas, parecen haber sido inspiradas por tu presencia. No creadas, inspiradas.
Extrañar es una parte del ser humano.
Vivir también.
Disfrutar..
Abrir la mano y permitir que vuele todo lo que mantenías amarrado en ella hasta ese mismo momento, también forma parte del aprendizaje del ser humano.
Yo guardo una muestra ilustrada en miniatura de cada uno de mis seres. De los que sí, y los que no.

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