jueves, 7 de junio de 2018

Los miércoles tienen gusto a hinojo

Todo me sabe a hinojo.
La brisa entra por el balcón y me peina el pelo aún húmedo. Mis muelas muerden hinojo y mozzarella mientras mi mente piensa en otro lado, en otra boca y en otras muelas.
Me saben a hinojo tus labios, porque es como si estuviera aún allá, besándotelos mientras estoy aquí sentada en mi sofá.
Los días pasan como si saltar la cuerda se tratase. Uno, y otro, y otro..
Los planes me innundan la cabeza desde que te conocí; las ganas me invaden el cuerpo entero y tú sigues del otro lado del mundo.
¿Será que te alcanzaré el año que viene? Que cuando yo llegue al otro lado, tu seguirás allí.. ¿Te habrás ido más al oeste para cuando yo me vaya del este?
¿Cuánto tiempo más aguantaré despertándome sola?
Es una larga caminata, solitaria pero perseverante.
He delimitado mi objetivo y allá voy, camino a buscarlo. En el mientras tanto te extraño, a tí y a tus rulos. A tu risa y a tus manos. A tus ojos mirándome cuando me giro a mirarte y te encuentro infraganti observándome.
Como si fuera una vida, estás aquí incorporado a mí. A mi cuerpo, a mi alma.
Has logrado encursilarme como jamás me ha gustado. Has convertido mi cabeza en una máquina de soñar e imaginar. Has despertado mi instinto dormido.
Estás enseñándome a descubrirme, sola.
Estás enseñándome.
No encontraré jamás la alineación adecuada de palabras que puedas expresar de ningún modo posible todo lo que quiero llegar a decirte. No podré jamás describirte con letras todo esto que me desborda. Que me ha transformado en la que soy hoy, que en nada se asemeja a la de ayer, ni a la del agosto pasado.
Todo esto sucede mientras mi mundo sigue teniendo gusto a hinijo y yo deseo con todas las partes de mi cuerpo que estuvieras aquí para enseñarte a qué sabe hoy mi boca.


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