lunes, 11 de junio de 2018

Domingo de re(mi)flexión

No logro comprender como es que cada vez que me siento a leer, las cosas se me atraviesan por el medio. Me aparecen listas de quehaceres entre las frases, se me evade el cerebro en mil cuestiones.
Todo eso, sin mencionarte. Por que lo tuyo ya no es sólo en mis lecturas; lo tuyo es una cosa de no parar, y sin permiso! Que si cuando cocino, cuando camino, cuando trabajo, cuando me acuerdo (deseádote) y me levanto (sin tí), cuando me entra un antojo de helado o de pizza, o de tí.
Descontandote a tí, el resto me dispersa, me aburre, me hace flotar en el aire, entre nubes blancas, sin nada dentro.
He detectado que mi atención no dura mucho. Cuestión que ya venía sospechando hace años, aunque me había dado cuenta del asunto, no había caído que se aplicaba también a las labores de concentración, sean estas lectura, estudio, escritura, cocina...
Me suelo aburrir rápido; ¿Será por eso que siempre busco algo más en que enchufar la cabeza? Constantemente el reto al que seguir, el desafío por el que estresarse, la motivación que te haga sentir viva, el peso del esfuerzo, el hartázgo... la adrenalina de conseguirlo.
Y será por eso que estoy ahora aquí, reviviendo el deja vu. Re-lustrando mis pazatos para seguir caminando, para mezclar las ideas, y zarcru mis clables. (Suele suceder que la dislexia, o la mala concentración me juegan siempre malas pasadas y ya no es solo el confundir letras, o el ir a pasear la mente un rato... sino también aquel despiste de haberme olvidado de lo que estaba hablando...
En conclusión.
La fresca no está mente. Ni hoy, ni desde hace ya meses. Yo rezo al dios de los días para que no pesen tantos (ojo, no he dicho para que pasen [rápido], porque sé que luego me arrepentiré de decir estas palabras), para que me empujen un poco, cual viento del levante, y no cueste tanto caminar hacia el futuro.
Pero la realidad es otra, y no te la voy a contar ahora porque de nada me sirve.
Llenarte la oreja y la vida de nimiedades que a ningún lado llevan...
Que de nada ayudan...
Que qué no daría yo por...
Que cuán dispuesta estoy a...
Que cómo deseo con toda mi alma que...
y así todos los días
y las noches.
Como un combatiente en guerra: preparar el cuerpo y la mente, perseverar, no perder el objetivo y sobre todo, agunatar. El cese de este auto conflicto bélico está cerca, muy cerca.



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