¿Ahora quién, si no soy yo?
Entenderé
que nunca seré yo. Que nunca serás tú. Que probablemente mis sábanas jamás atraparán
el perfume de tu cuello, que mi habitación nunca verá nuestra ropa por el suelo
en la penumbra.
Aprenderé a no imaginarte por las mañanas,
con una taza de café, mirando como me lavo los dientes con el pelo revuelto y los
ojos medio cerrados.
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