lunes, 14 de enero de 2013

Alguna vez, tal vez

Araño su piel, pero recuerdo que no tengo fuerzas, que me sujeta las manos con toda su fuerza y que además, he dejado de tener uñas.
Me ha pedido que no me lastime más.
Me mira con esos ojos encendidos. Cómo los añoraba..
Y su piel sudada, y su pelo revuelto; todo él.
Me derramo encima suyo como vela derretida, cubriéndolo, plastificándolo para mí.
Sus manos me desgarran cada poro. Me eriza la piel y mis sentidos reciben sus caricias como si no las hubieran sentido nunca antes. Me lustra, frotándose contra mí.  Nos ahogamos en un mundo de inconsciencia, sin sentirnos más, y sintiéndonos como siempre. ¿Dejamos de sentirnos alguna vez?
Abro los ojos, me está mirando.
Sin mucho esfuerzo, consigue tumbarme debajo suyo y tomar el control.
No puedo hacer nada contra él. No quiero hacer nada más que sentir su peso encima mío.
Todas aquellas preguntas sin respuestas que alguna vez me alteraron el sueño se desparraman dentro mío y me invaden el cuerpo, fluyen dejándome exhausta, y por fin, despejándome todos los miedos.

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