Casi como formar parte de la niebla que constantemente invade el cielo de esta ciudad.
Casi como poder tocar la punta del edificio con mis porpios dedos y mover las agujas del reloj para que no marqeun la verdadera hora. Para que no sigan hacia adentante los minutos, para que toda la arena del mundo deje de caer y solo importan un par o tres de cosas.
Y no dejas nunca de caminar las calles. De escuchas las voces, de hablar otro idioma. De que el mundo no encuentre raro una mano oscura y otra blanca agarrándose como si no fueran jamas a separarse.
Y un beso indio en unos labios japoneses y esas cosas tan comunes, casi rituales de esta hermosa ciudad.